Y fue cuando nadie llegó a golpear mi puerta,
cuando tuve que nadar
y rescatarme solo
de mi propio refugio.
Me encontré a mí mismo
esperándome en la orilla
con mi sonrisa en una mano
y en la otra un ramo
de sueños nuevos y pasiones renovadas.
Y me miré y me dije:
vamos que la vida espera,
vamos que todavía queda mucho por sentir,
por aprender y enseñar,
por descubrir y disfrutar.
Y me dije:
vamos...,
vamos que todavía queda mucho por vivir,
y ahora te toca ser feliz,
desde ya y para siempre,
sin excusas y sin culpables,
sin arrepentimientos ni dudas.
Emiliano Sánchez