En una capotita parecida a ésta
partía mi abuela Juana, sola,
para el pueblo en momentos en que se sentía angustiada.
Tenía necesidad de ver a sus hermanas y primas
para sanar heridas,
para hablar tal vez con alguien.
También iba a misa
y se refugiaba en Dios
aunque quizá todo eso no le alcanzaba...
Ella lloró toda su vida
y nunca nadie supo el porqué;
se fue a contar estrellas
con el secreto
entre sus alas.
Luján Fraix