Se ha asomado un zorzal en lo alto del campanario. Mira los tejados y algún caserón solitario. Pasan las golondrinas anunciando el verano. Llegan del níveo invierno con crudos azotes de viento.
Es una cálida tarde; el sol describe las voces: un sentimiento.
Aparece alguien joven que extiende su manto...
Un laberinto de callejas me lleva a mirar de lejos el paredón sombrío de la antigua iglesia. Veo la escuela con su bandera, los cipreses y los huertos.
Frente a la casa, la reja.
Un jazmín desliza su velo frente a la placidez del tiempo que va y viene con sus zapatos viajeros.
En el aire los perfumes de ayer desatan sus lazos de amor y de bien, y se encienden las rosas, blancas y rojas, que cultivaba el abuelo.
¿Eduardo te llamabas?
Dibujo un retrato de gaucho para besar tu recuerdo.