La tía la abrazó como pudo. El día había amanecido para ella y se sentía otra vez la mujer que rescataba vida de los escombros. Lo hizo con Elías y ahora con su sobrina. ¿Era un ángel como decían? Todo lo bueno estaba dentro de su alma y la abrigaba para convertirla en la pócima sanadora de los males. Ella, una señora divertida y frívola según José Luis, una mujer que solamente sabía organizar fiestas y bailar hasta tarde sin reparar en el padecimiento ajeno, ni en las pérdidas, se había convertido en el regazo de los dolientes. Hoy la tía era luz en medio de las sombras, camino recto, risas, cúmulo de bondades, unas manos unidas y rojo brillante, como el latido, la herida que se cierra, el corazón guardián de los que todavía se aferraban a la vida.
(fragmento)
"Amor no es lo que dices, amor es lo que haces..."