Para ser grande hay que aprender a ser pequeño.
Desde la humildad y desde la vocación, he contado mil historias y otras mil están guardadas en el cajón. Sé que el camino es difícil porque lo he recorrido con cansancio y lluvia, con sosiego y brillo en los ojos, con dolor.
Cada paso buscaba ser un destino nuevo, mas se quedaba... Y sin aliento, casi a ciegas, comprendía que bajar los brazos era una posibilidad.
Tantas horas despiertas escribiendo lágrimas cargadas de sueños y de años, de abrazos de una madre linda, de intentar sostenerme con la pluma.
Lo logré... he sobrevivido al tiempo de espera y a tantas cosas. Hoy estoy acá para que mis novelas tengan su espacio, el propio, el que se merecen... No yo, ellas.
Gracias por dar amor.
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