La poesía llega desde el silencio como jirones de la noche y deja rayos de versos en la quietud.
Me quedo inmóvil con la ausencia, su murmullo, y ordeno mis finales con el principio de las horas. La nada me devuelve su mensaje, la afirmación del ser, el vértigo borroso de la realidad, el cielo dentro del alma que, con su infinitud, me sostiene.
A lo lejos, suena una guitarra y oigo el llanto de un bebé...
Mis ojos tristes sonríen frente a ese espejo vivo; la esperanza me contempla, no es sólo una palabra.
L.Fraix