Es una historia de amores y desamores muy bien narrada, con personajes fuertes, con escenas donde se entrecruzan hábilmente el drama y el humor, que reconstruye, sobre una pensión llamada "Las Ingratas", el Buenos Aires de principios de siglo.
Fresca, entretenida, una novela costumbrista escrita con el justo toque de ironía y de nostalgia que le da la mirada del hoy.
Vladimir Kociancich
Esta novela obtuvo el Premio Clarín de Novela 2002 por voto unánime del jurado compuesto por Vlady Kociancich, Andrés Rivera y Héctor Tizón.
"Petra llegó con una mano atrás, otra adelante, cuatro hermanas y una hija sin padre. Recién empezaba el siglo y, mirándolo desde la cubierta, el horizonte era todo cielo, como si el barco todavía siguiera perdido en el mar y no hubieran pasado esos días de travesía, lentos e inciertos. Pero el viaje había terminado y ahora el buque descansaba en las orillas de un río ancho y barroso, del otro lado del Atlántico y al sur del mundo...
...Milagros buscó en su interior algo de ese sentimiento de entrega, de la imperiosa necesidad de ser a través del otro, de olvidarse de su propio centro para girar alrededor de otro cuerpo y otros deseos, pero no pudo encontrar ni una hilacha. No estaba hecha con ese material. Suspiró.
-No es bueno querer tanto, niña. La gente se aprovecha y así te quedas, mira, hecha un trapito.
-Qué voy a hacer Milagros. Querer es lo único que sé hacer, es lo que mejor me sale.
-Qué vamos a hacer contigo. Tienes que aprender a no querer tanto. Es mucho mejor que te quieran, muchísimo mejor..." (fragmento)
Nadie en "Las Ingratas" podía hacerse cargo
de tanta soledad,
tanto amor abandonado,
tanto silencio,
tanta nada."
***