Natureland |
Los pueblos de la antigüedad adoraban las fuerzas de la naturaleza.
Padre e hijo sufrían en el mar la locura del agua y el viento. Nadie sabía donde se encontraban en ese momento.
Comenzó el viaje a lo desconocido...
Al descender del avión, una brisa agitaba las hojas tostadas y chirriantes. La sala y el comedor daban a un amplio balcón con algunas plantas. Por las noches, los insectos revoloteaban alrededor de una gran araña de gas mientras que por las ventanas enrejadas entraba el color salvaje de la selva.
Debían comenzar la búsqueda. El cierzo y el agua silbaban en las chimeneas y se filtraban por la vigas. La atmósfera era de pesadilla.
Al día siguiente, la dama elegante y el caballero descendieron cuidadosamente del coche negro. Sobre el brocal del pozo, una cruz de palo miraba en el fondo su imagen siempre.
¿Acaso ese cementerio les daría la respuesta?
Luján Fraix