Recuerdo una primavera muy especial.
Yo tendría 10 años.
Con mis amigas elegimos ir a pasar el día al campo;
algunas de ellas andaban a caballo,
otras corrían por el verde, se divertían...
Yo me aburría muchísimo.
No sé... hasta hoy me pregunto el porqué.
Es que sentía que aquellos juegos
no llenaban mi alma,
no me daban felicidad.
Me parecía que estaba perdiendo el tiempo.
Seguramente quería refugiarme
en mi mundo a leer historias.