Persistencia, universalidad y humanización parecen ser las palabras elegidas para explicar la gran posibilidad que posee una obra literaria en convertirse en un CLÁSICO. Textos que se continúan leyendo como si fueran contemporáneos, a pesar de los arcaísmos o los cientos de años que los separan del lector, construyendo su base estética e intelectual.
¿QUÉ HACE QUE UNA OBRA PASE DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN
CUANDO EL HOMBRE CAMBIA JUNTO A UNA SOCIEDAD Y SU PENSAMIENTO?
El estilo de hoy es llano, carente de un sinfín de florituras que vestían las obras de otros tiempos; sin embargo, en grandes autores actuales encontramos la fundada afirmación que expone que no sólo "antes" existía calidad en la escritura, que no todo es liviano y superficial hoy.
Hace poco leí: "¿Cuál es la razón por la que se sigue leyendo a SHAKESPEARE y a CERVANTES con tanta naturalidad?. Y, seamos honestos, ¿cuántos han leído entero el QUIJOTE, LA DIVINA COMEDIA, MACBETH O ULISES?.¿Se leen, o más bien, se estudian o se discuten fragmentos, que son trabajados en instituciones educativas?.
Lo que realmente recordamos son los personajes iluminando sus argumentos y convirtiéndose en la huella de su eterna modernidad.
La personalidad, la humanidad de los personajes de SHAKESPEARE, por ejemplo, son la causa de su persistente presencia y, como si verdaderamente hubiera existido, podemos identificarlos aún con el ingenioso hidalgo de CERVANTES y sus locas inquietudes idealistas, en todo caso, no tan locas... De algún modo filosófico-poético, las historias caminan por los distintos tiempos de la mano de esos personajes, seres vivos, héroes, amantes, criminales, sombras de nuestras propias locuras, y continúan con sus manos agrietadas amasando sus aventuras o muriendo de amor, traspasando la barrera entre la realidad y la ficción.
Quizá, CARLOS RUIZ ZAFÓN, que hoy ya tiene un tour en Barcelona para recorrer los pasos de su protagonista por el cementerio de los libros olvidados, se convierta en un CLÁSICO dentro de cien años...Ojalá.
Patricia Bottale