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Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)

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Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, era una mujer letrada, considerada la primera intelectual de la América hispanohablante, y que en aquel momento hizo una defensa al conocimiento entendiendo que el mismo es un arma y un medio totalmente necesario.

Esta mujer, escritora excepcional, poseedora de una inteligencia extraordinaria, de una noble sensibilidad y un cúmulo de conocimientos que despertaba la admiración hasta de sus adversarios, levantó su voz haciendo una crítica a la sociedad de la época; sin renegar de su condición pero sin dejar nada por decir. En aquellos tiempos el Obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, con el seudónimo de Sor Filotea, le envió a Sor Juana una carta en la que básicamente le recriminaba su inclinación por lo profano y que siendo monja solamente debía ocuparse de las lecturas sagradas, es más, como mujer ni siquiera debería discutirlas con sus pares y menos con otros.



RELIGIOSA Y MUJER

Por su doble condición de religiosa y de mujer, se le llamaba la atención severamente por interesarse en altas ciencias que no eran las referentes a las cuestiones teológicas. Ella respondía, desde su sumisión y respeto por la autoridad y sin dejar de reconocer esto, con el planteo de constantes interrogantes y daba cuenta de su desacuerdo con todo aquello por lo que le estaban llamando la atención.

 Su rasgo más importante era la valentía, ya que se enfrentaba, imaginemos por un momento, al mismísimo poder religioso y que por ende tenía mucha influencia en lo político.

Ella, con un uso inteligente de la retórica, ya dando en la "Respuesta" una serie de argumentaciones irrefutables, terminó encerrando al inquisidor en sus propias contradicciones, dejándolo derrotado en el intrincado laberinto de sus discursos.

Sor Juana nunca perdió el centro de su discusión, ella sabía lo que defendía y era precisamente un derecho, y éste era nada menos, el derecho al conocimiento. Principalmente destacó que el conocimiento está en todas partes, de todo se puede aprender y en algún párrafo de la mencionada "Respuesta" dio a entender que se puede aprender de todas las cosas, con frases como ésta: "bien se puede filosofar y aderezar la cena... Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito", decía entre otras alusiones a mujeres que habían tenido acceso al conocimiento y que habían sido respetadas: en la mitología, en las escrituras sagradas y a lo largo de la historia.


Se supone que esta carta Sor Juana la entregó en las propias manos al Obispo de Puebla. Por supuesto que luego llegó el castigo inquisidor del que nadie podía escapar en aquellos momentos de la historia de la humanidad.

Y no se supo de la "Respuesta" de Sor Juana hasta varios años después de su muerte. Aunque lo más importante no es esto, sino que lo son su valor, su dedicación, su inteligencia, su pelea, su actitud contestataria. Y lo que sobresale es su posición  firme que no se doblegaba ante nada.

Mujer letrada, religiosa, inteligente, escritora brillante, poseedora de una belleza deslumbrante, ésa era la indomable Sor Juana.
La intención es recordarla, entenderla desde nuestro tiempo.

 ¿Cuántas mujeres saben aderezar la cena y filosofar?
 ¿Cuántas lo demuestran día a día?
 ¿Cuántos inquisidores hay dando vueltas en la sociedad actual, tratando, como hicieron con Sor Juana, de silenciar al otro?.

Es cierto que somos porque decimos, por eso el valor del decir, del propio discurso que nos define.


"El discurso es un acero que sirve para ambos cabos: el de dar muerte, por la punta, por el pomo, de resguardo", decía Sor Juana Inés de la Cruz en "Fijamos que soy feliz."






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