Singularmente hermosa, Jeanne conoció la comunidad artística de Montparnasse gracias a su hermano André, entonces pintor de ciernes. Trabó relación con algunos artistas de barrio y posó para Tsugubaru Foujita.
Fue allí que en 1917 conoció a Amedeo Modigliani a través de la escultora Chana Orloff, quien acudía a la academia. Surgió el romance con el pintor, se mudó a vivir con él pese a la oposición estricta de su familia que era católica.
A pesar de las contradicciones, Jeanne se instaló con Modigliani en la rue de la Grande-Chaumière, en Montparnasse (París).
Ella era una mujer amable, tímida, tranquila y delicada y se convirtió en el tema principal de la pintura de Modigliani.
El 29 de noviembre de 1918 Jeanne trajo al mundo a una niña a quien daría su mismo nombre. La pequeña fue entregada al nacer a una institución para asegurarle unos cuidados que sus padres no podían darle (el pintor estaba muy enfermo), pero no fue dada en adopción.
Permaneció en la institución hasta la muerte de su madre, momento en que la hermana de Modigliani quien vivía en Florencia acogió a la niña y la crió.
El estado de salud de Modigliani no cesaba de agravarse.
Falleció de meningitis tuberculosa, a los 35 años, en 1920. Esa madrugada Jeanne, en el noveno mes de su embarazo, saltó por la ventana del quinto piso de su habitación en el apartamento de sus padres.
Modigliani fue sepultado en el cementerio Père-Lachaise, ella en secreto por sus progenitores en el cementerio de Bagneux.
Diez años más tarde, Emannuele Modigliani, hermano mayor del pintor, convenció a la familia de Jeanne para trasladar sus restos a la tumba junto a la de Amedeo. Desde 1930, reposan juntos bajo el epitafio:
"Compañera devota
hasta el sacrificio extremo"