3 de mayo de 2015
En 1879 la familia Forchino, proveniente de Italia, se arraigó en Carrizales (Argentina) y comenzó la fecunda tarea del trabajo rural.
Construyó una casa con sótano, un galpón y herrería,
plantó árboles, compró herramientas
para el cultivo de la tierra
y crió animales.
Hoy, con el paso de los años, sus descendientes continúan la labor comprometidos con el legado de aquellos inmigrantes llenos de esperanza y de coraje.
Ese legado se puede apreciar en el Museo del Inmigrante, armado pieza por pieza en el galpón que fue acondicionado para tal fín, y donde se proyecta un emotivo vídeo que a más de uno le emociona al pensar que esos colonos que se ven en viejas fotos en blanco y negro podrían haber sido nuestros propios abuelos y bisabuelos.
Y lo son realmente porque forman parte de la historia argentina,
la de aquellos que dieron todo por esta Patria.
Mi tatarabuela Francisca así lo hizo
cuando llegó de Suiza con sus nueve hijos.
Acá les entregaban una parcela de tierra que debían pagar
con el trabajo.
Ellos lucharon por salir adelante sin nada, solamente con sus ganas y el esfuerzo y pudieron lograr ocupar un lugar en aquella sociedad. Luego mi bisabuela siguió trabajando incansablemente a la par de los hombres.
Se casó dos veces, enviudó... su segundo esposo fue mi bisabuelo François, venido de Francia, quien falleció joven dejando un legado junto a una mujer con mucho carácter que fue mi bisabuela.
Ella sabía lo que quería y pudo lograrlo,
no sólo dando educación a sus nueve hijos
sino acrecentando su capital.
Fue también solidaria, hizo obras de caridad...
Ayudó a construir nuestra iglesia con sus aportes;
Recuerdo aquellos bancos antiguos que llevaban su nombre en bronce.
Toda una generación
con grandes valores morales y éticos.
Los admiro y los quiero!!!
Me dejan un ejemplo que valoro muchísimo.