¿Dónde estás otoño?
¿A qué se debe tu ausencia?
Los que te queremos ya empezamos a preocuparnos.
¿O acaso era concebible
que a mediados de abril la temperatura trepara a más de treinta grados,
como ocurre por estos días aciagos?
Por esta época, en otras épocas, ya habíamos apelado a la chalina, a la campera de corderoy y a las botas, y aspirábamos el perfume inefable del coñac en los bares nocturnos. Y salíamos a caminar por las calles de veredas solitarias con el único objetivo de sentir bajo los pies el crujido de las hojas secas. Ahora, en cambio, el calor persistente no se va...
¿No será que tú también como tantas cosas y lugares que amamos,
te estás yendo sin despedirse?
¿Acaso igual que los cines de barrio, las calesitas,
las moreras e higueras en las plazas,
la cortesía, los lectores de libros, los compradores de discos,
la pizza que se come con la mano,
los bares de billar y el silencio,
estás emprendiendo una sigilosa pero irreversible retirada?
No sabes como extraño esas tardes transparentes y frías, de luz purísima sobre los fresnos amarillos. Y casi sin darme cuenta, en este agobiante verano que nunca se termina, empiezo a tararear una canción de Serrat.
"LLueve, detras de los cristales
llueve y llueve.
Sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos llueve"
Otoño, se te extraña.
¿Dónde fuiste?.
En un avión negro
o con la frente marchita como en el tango
pero vuelve rápido.
¿No te das cuenta que haces falta?
Piensa...
¿Qué vamos a hacer sin otoño?
¿Cómo vamos a vivir sin las largas caminatas,
sin la barra de chocolate compartida,
sin la tibia mano del amor
y las veredas tapizadas por el oro maduro de los plátanos?
¿Cómo sin la llovizna lenta detrás de las ventanas
y el libro en la mano junto al café caliente?
¿Perdimos tanta belleza por culpa del cambio climático?
Necesito volver a pisar hojas en las veredas. Usar boina, despertar con un estremecimiento en las madrugadas, y levantarme a buscar un abrigo. Quiero volver a abrazar el amor frente al río, bajo el cielo gris...
Salir caminando en el frío de la noche bajo las estrellas.
Pero sin otoño,
¿cómo podré?
¿Cómo haré para ser feliz, ahora que las hojas no pertenecen al viento y detrás de los cristales ya no llueve?
Otoño...
¿Dónde estás?
¿Dónde te fuiste compañero?
Sebastián Riestra
Las pinturas de paisajes pertenecen a
Albert Bierstadt