Pensemos en el territorio de una pareja e imaginemos que todo será igual, que podemos congelar un momento y hacerlo eterno. Interesante, ¿no?. Por supuesto que sí.
¿Quién no ha coqueteado con esa idea?
Ahora imaginemos que lo logramos,
que podemos hacer del presente un futuro siempre igual.
¿Monótono?, quizá ¿Aburrido?, quizá.
Porque un presente eterno, por mejor que sea, nos enfrenta a la pérdida de otras posibilidades, que acaso nos conduzcan a otros presentes mejores. Un momento de suma felicidad, congelado con el "para siempre", puede resultar a la postre, abrumador.
En esas dos sensaciones oscila el CAMBIO: tiene los colores del deseo y también del temor. En función de eso es que queremos que ocurra, pero también que no ocurra.
Jorge D. Moreno
autor de Crisis. Cómo y cuándo cambiar.
"Existen momentos de crisis en la vida que estamos obligados
al cambio
porque sino llegaremos a enfermarnos,
el cuerpo avisa, da señales de alerta."