Helene Beland
Que no se rompa la vida,
que no se rompa la sombra,
que no se rompan los ruidos
cuando el silencio te nombra.
Cuando los dardos del sol
se incrustan como maldades,
lanza alaridos el alma
fragmentada en soledades.
Que no se rompa la muerte
al entrar en los mortales,
que ya bien todos sabemos
que sólo es cruzar umbrales.
Que no se rompan los mundos
por conocer nuestras calles,
que no se rompan los cielos
de otros orbes y otros valles.
Que no se rompa el silencio
perforando la razón,
como cuchillo clavado
en el último rincón.
Que no se rompa el asombro
con que el cosmos nos recibe,
anunciándonos que es Dios
esa luz que se percibe.
Ese eterno resplandor
es lo único divino,
que nos brindará la paz
para el resto del camino...
Inés Goyenechea