Los adultos pueden comprometerse de manera inmadura. Y un niño-desde su inocencia "irresponsable", como lo califica su madre"-puede impulsarlos a hacerse cargo de sus vidas. La película es la historia de Ismael, el chico que le da nombre al film de Marcelo Piñeyro. Ismael, de ocho años, vive con su madre en Madrid y decide viajar solo a Barcelona para conocer a su padre.
Como en anteriores películas, Piñeyro se interna en los conflictos que generan los afectos. Solo que en este caso lo hace de lleno. Decide hablar en el guión, del cual también es autor, de todo aquello que se oculta por largo tiempo, que excede la relación de un hijo que no conoce a su padre y que incluye a madres e hijos, parejas que dudan de su relación hasta ayer sólida; la madurez, el sexo y el amor, la soledad y los amores postergados y nunca olvidados.
A pesar de lo que parecería excesivo, Piñeyro sabe administrar el drama con oportunas cuotas de humor, sobre todo a cargo de un Sergi López y sobre todo del niño Larsson de Amaral, muy bien dirigido y convincente tanto en su alegría como en sus tristezas y despechos.