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Las mujeres que lucharon por la dignidad de género

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En la colina del Parlamento de Otawa
se encuentran las estatuas realizadas en bronce
de las cinco mujeres luchadoras.


Por
Estela Parodi

Para un país adelantado culturalmente  como Canadá, las mujeres tal vez nunca hubieran sido consideradas personas si en 1929 cinco mujeres no hubieran unido sus fuerzas, haciendo que cualquiera que perteneciera a la rama femenina fuera contemplada como persona.


La primera fue Emily Murphy (Canadá 1868-1933), activista luchadora por los derechos de la mujer y el niño. Fue la primera magistrada (1916) en Canadá y el imperio británico, y la que impulsó el denominado grupo de las "famosas cinco" o "las cinco aguerridas" que iniciaron la lucha.


Murphy fue acompañada por Henrietta Muir Edwards (Canadá, 1849-1931) también activista feminista. En 1893 fundó el "Women`s Work in Canadá", periódico destinado a fomentar el trabajo de la mujer. Ese mismo año fundó además el Consejo Nacional de Mujeres y la Orden Victoriana de Enfermeras.


Nellie MacClung (Canadá, 1973-1951) fue otra de las integrantes. Política y activista social, bregó por conseguir el sufragio femenino y después de grandes desvelos, con enorme coraje, conquistó en 1916 en la provincia de Manitoba la aprobación del derecho de la mujer a votar y a proclamarse candidata para ocupar cargos públicos.


Louise McKinney (Canadá, 1868-1931) fue otra "valiente". Primera mujer jurado en la Asamblea Legislativa de Alberta y primera elegida en la legislatura de Canadá e Imperio Unido desde 1917 hasta 1921, acoplada a la liga no partidista. Sus objetivos apuntaban a una templada educación, un fuerte control del alcohol, la propiedad de los derechos de la mujer y las regulaciones sobre las viudas y el matrimonio en el llamado "Dower Act".


Irene Parlby (Inglaterra, 1868-Canadá 1965) última de las cinco, emigró a Canadá con su marido. Nunca pensó en practicar la política pero ya en Alberta comenzó a esforzarse por mejorar la vida rural de las mujeres y de los niños, incluida la salud y la educación. Por eso llegó a ser electa presidente de la Organización de la Unión de Mujeres granjeras de Alberta y más tarde, se convirtió en la primera ministra de gabinete de la Asamblea Legislativa.

Estas cinco señoras decidieron desafiar a la Suprema Corte de Canadá que reglamentaba la decisión de no calificar a la mujer como persona. En 1927 lanzaron el llamado "Person case" en el que desarrollaron un contenido con la osada petición de que el sexo femenino fuera considerado persona, capaz, además de ocupar un asiento en el Senado.

La Corte se opuso terminantemente pero al fin, luego de una apelación, el Comité de Justicia del Consejo Privado de Londres falló a favor de "las aguerridas" en 1929. El veredicto estipulaba que las mujeres tendrían desde ese momento el derecho de ejercer funciones oficiales, asistir a la Universidad y practicar libremente el comercio.


En la colina del Parlamento de Otawa, las estatuas de las cinco mujeres realizadas en bronce por Bárbara Paterson en el 2000 les rinde un merecido homenaje. Llevan sus firmas sobre los pies y en los asientos se han grabado el nombre de sus hijos. A un costado hay una silla vacía para el que guste las acompañe simbólicamente, avalando su bravura y pensamiento.


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