Descubrir nuestro motor en la vida
no es tarea sencilla, pero vale la pena intentarlo.
Psicólogos e investigadores aseguran que hay que conocerse bien,
trabajar en las propias fortalezas y animarse
a romper con los mandatos.
Hay personas que no dudan un segundo cuando se les pregunta cuál es su pasión. Otras, sin embargo piensan la respuesta unos cuantos minutos o se quedan en silencio.
Podría decirse que son los artistas quienes más tempranamente descubren ese mandato del alma. Mozart componía a los 5 años y Pablo Picasso pintó su primer óleo a los 8. Sin irnos tan lejos, en la escena local y contemporánea, el fotógrafo Aldo Sessa (argentino) recuerda que a sus 10 años ya pintaba y sacaba fotografías. Hoy, si uno se detiene frente a sus imágenes, descubre que reflejan mucho más que el abrir y cerrar de un obturador, e inclusive mucho más que un oficio o un desmesurado talento. Allí se ven las huellas de algo interno... de esa cosa llamada pasión.
"La vocación no alcanza.
Se necesita el fuego sagrado, que es más irracional.
Y lo irracional te permite hacer muchas cosas,
como subir a un helicóptero para hacer una foto pese a los riesgos que se corren,
o trabajar desde que sale el sol hasta que aparece la luna",
reflexiona el artista.
"Mi pasión por la fotografía está intacta.
Trabajo igual que a los 18 años.
Sigo dispuesto a salir a caminar la noche por la calle para encontrar la foto.
Mientras el cuerpo aguante, seguiré así", agrega Sessa.
Tenemos que reconocer, respetar y trabajar aquello que nos caracteriza y nos agrada, porque es allí donde reside nuestra fortaleza. Seguramente, sea ése el terreno más fértil para cultivar una hermosa pasión que nos acompañe por el resto de nuestra vida.
"Todas las pasiones son buenas
mientras uno es dueño de ellas
y todas son malas cuando nos esclavizan."
Rosseau