Por Estela Parodi
Pablo Picasso (España 1881-1973) fue uno de los artistas más destacados del siglo XX. Algunas mujeres quedaron grabadas en sus cuadros y esculturas. Una de ellas fue Dora Maar.
Henriette Markovitch (luego cambió su nombre por Theodora Maar) nació en París en 1907, de padre yugoslavo y madre francesa, en un hogar de buena posición económica.
Inclinada hacia la fotografía intentó estudiar con Man Ray (artista impulsor del movimiento surrealista) pero no fue aceptada. En esos tiempos ingresó a la Academia Lothe y conoció a Henri Cartier-Bresson, y Claude Brassai, retratista adicto a una vida promiscua.
Dora decidió continuar los estudios de fotografía en L´Cole de Fotografía de la Ville de París donde se matriculó.
En 1936 el poeta Paul Eluard le presentó a Picasso. Él tenía 55 años y mantenía relaciones con dos mujeres al mismo tiempo pero Dora, además de sus 27 años, su elegancia, un rótulo erótico y una personalidad avasallante, hizo que olvidara a sus otras amantes.
Aunque nada podía separarlos, Picasso y Dora emprendieron una complicada unión en la que sobresalieron la creación, el amor, la promiscuidad y la autodestrucción. En esa época Dora se dedicaba a hacer fotomontajes, retratos, desnudos y sociales. Era callada, inteligente, con una voz segura que seducía, además de excelente profesional. Pero el genio de Picasso la dominó.
Picasso la tomó como modelo para diferentes obras. Dibujó su cuerpo ampuloso y la retrató siempre con un toque amargo en su rostro. En ellos adjuntaba la expresión "Dora mía" y el pequeño dibujo de una paloma.
Al principio ella disfrutó de ser la musa del gran artista mientras a su vez veía crecer su propia creatividad. Su estilo clasicista cambió el acercarse a los surrealistas. La impulsó a innovar nuevas técnicas, pero todo cambiaría con el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Dora era judía y la persecución de los nazis alteró sus nervios. Enseguida llegaron las discusiones con Picasso que fueron desgastando la pareja. Él continuaba teniendo otras amantes y cuando conoció a François Gillot ( cuarenta años menor), Dora pasó a segundo plano. La angustia de sentirse desplazada y los celos la hicieron caer en un abismo mental que finalizaría en demencia. En 1946 Picasso la internó en el psiquiátrico Sainte Anne donde fue atendida por el joven psicoanalista Jacques Lacan.
Se pudo recuperar lentamente pero ya nunca fue como antes. Le habían aplicado electroshock. Se amparó en la religión y en el misticismo, sólo volvió a pintar y se convirtió en una ermitaña. Después de Picasso, sólo Dios-dijo.
La fama de él fue creciendo mientras la creación de Maar iba quedando en el olvido.
Dora Maar falleció en 1997 en París en completa soledad. Dejó como legado, a otras mujeres, una frase significativa:
"Yo no fui la amante de Picasso;
él sólo fue mi amo".