Fue ayer. Entonces
cuando no importaban las horas que se iban
como fantasmas dibujados en el vuelo de los pájaros.
Y no importaba tampoco ser alma fugitiva,
edificar sueños que se borraban con el primer llanto,
sonetos de amor en el tiempo que giraba.
Nada importaba entonces por aquellos años.
Las calles consumían distintas voces
en la indefinida espera de palabras
y el alma, dueña de mis ojos, buscaba
donde el miedo dejaba espacio a la alegría
hasta descender a lo más hondo del olvido.
La soledad era un refugio de palomas
en un blanco lugar adolescente
que observaba las distantes huellas de mis pasos.
Por entre la luz íntima y total de las estrellas,
que trazaban sus siluetas,
el abrazo invisible de un "te quiero" imaginado.
Después vinieron otros tiempos. Los mensajes de las horas despiadadas
transformaron aquel abrigo en hielo de montaña,
todo lo soñado fue polvo entre la niebla.
El corazón fue rompiéndose a pedazos: en la mirada de un cariño
desierto de verdad, en la palabra no pronunciada,
en el adiós que sepultaba la fuerza de vivir...
Los años pasaron.
Ahora busco el amor de fantasía. Soy el tiempo fatigado
que se entrega a antiguas confesiones,
que camina sin credos por todas las soledades.
Ya no dejo huellas ni sitios para las nostalgias,
ya sin alas en mi cuerpo; con todas las lágrimas.
Me quiebro. Vuelvo
por un extraño cielo de aves azules,
veo morir el día a orillas del mar. Y mis ojos
buscan el eterno regreso de una mirada
que dejó su secreto demorado.
Ya sin voz. Apenas una llama que se extingue
arrojo las cenizas del amor
que desaparecen en el confín
abrazadas a los recuerdos.
Luján 2000
Poema publicado en mi antología
"Amor Verdadero" (2000)