" Tenía que encontrar una manera, aunque fuera artificial, de provocar un fuego tal que pudiera alumbrar ese camino de regreso a su origen y a Pedro. Se levantó, fue corriendo por el enorme colcha que había tejido noche tras noche de soledad e insomnio y se le echó encima. Con ella cubrió las tres hectáreas que comprendía el rancho en su totalidad. Sacó de su buró la caja de cerillos que John le había regalado. Necesitaba mucho fósforo en el cuerpo."
"Era tan grande y pesada que no cupo dentro del carruaje. Tita se aferró a ella con tal fuerza que no hubo más remedio que llevarla arrastrando como una enorme y caleidocópica cola de novia que alcanza a cubrir un kilómetro completo. Debido a que Tita utilizaba en su colcha cuanto estambre caía en sus manos, sin importarle el color; la colcha mostraba una amalgama de colores, texturas y formas que aparecían y desaparecían como por arte de magia entre la monumental polvareda que levantaba a su paso."
Como agua para chocolate, de Laura Esquivel