Constance de Luca era la niña bonita.
Le decían Coty porque su madre se llamaba igual.
Su vida, en los años ochenta, era parecida a la de muchas jóvenes de su edad, pero Coty era más madura.
Tenía sueños y también obligaciones, quería ser maestra de niños.
Lo logró porque la llamaron, al poco tiempo de recibirse, del instituto San Francisco del pueblo: un colegio religioso.
Pero... el amor estaba allí, latente, impredecible, soñado.
Y Coty comenzó a lidiar con ese sentimiento; no quería distraerse de sus obligaciones de maestra, no quería rendirse... Sin embargo, lo hizo.
Las presiones familiares la llevaron, sin querer, a un tremendo vacío donde no podía sostenerse. Necesitaba escapar, ser libre, ser otra... Y así fue como despacio fue huyendo de sí misma para convertirse en un ser extraño.
Coty: la bella y amorosa, la dulce, la niña bonita y educada, la joven perfecta, dejó de comer.
La anorexia nerviosa era, por aquellos años, una dolencia desconocida y sus padres no supieron cómo enfrentarla.
Una novela basada en un hecho real con pasajes de ficción y testimonios reales.
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LAS HORAS DE COTY
Vivir con anorexia nerviosa.