Fue nuevamente hacia el río, se arrodilló y apoyó las palmas de las manos calientes en la tierra mojada.
"Si no haces nunca lo que otros consideran tonterías, sólo sabrás lo que aprendieron los tontos", recordó las palabras lejanas de un abuelo sabio.
Y la naturaleza le mostró los enigmas.
¿Cuántos árboles se habían desplomado aquí?
¿Cuántos helechos se habían descompuesto?
¿Cuántos siglos habían pasado alterando la cimiente de esta tierra?
La llovizna la obligó a entornar los ojos. Los árboles que se elevaban a alturas insospechadas frenaban de alguna forma la potencia de las gotas, la lluvia bienhechora.
¿Cómo podían crecer tan altos en medio del suelo débil y húmedo cruzado por raíces centenarias de otros árboles caídos?
Tantas preguntas retóricas en la mente de Hanna le hubieran servido para armar un libro. Se levantó y se sacudió las cortezas. En aquel hueco quedaría su identidad, tal vez alguna huella que se borraría con los años y con las inclemencias del tiempo.
Una jungla con historia volvería a ser noticia cada año.
**
LOS DÍAS SEMEJANTES