Esta novela es el retrato de una mujer-niña.
Yo la he conocido demasiado, de cerca, y he visto los miedos en su mirada, la incapacidad para resolver los problemas diarios, la pasividad completa. Se apoyaba siempre en sus oraciones y rezaba tanto que no dejaba espacio para otra cosa. Ese era su refugio, aunque lo hiciera en soledad y alejada de todos sus problemas. Es que había demasiada gente para resolverlos...
Manuela nunca quiso o no pudo crecer y llevó a sus hijas por ese camino de incertidumbres y de cobardías. Las amaba demasiado, por eso quería guardarlas para que vivieran después, cuando ella ya se hubiera ido... No tomaba decisiones pero les prohibía todo y ellas actuaban de diferente manera: una sumisa, la otra astuta y rebelde.
Si las cosas no cambian, intenta cambiar tú tu forma de verlas.
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