LA SOBERBIA DE LOS OTROS LE ROBÓ LA INOCENCIA.
Desde muy pequeña Milagros Correa Viale frecuentaba las mansiones de los acaudalados estancieros y hombres de negocios de la antigua Buenos Aires de 1870. Siempre acompañada por su padre: el militar Aurelio Correa Viale, hombre autoritario y rígido que no dejaba treguas o espacios libres a las damas de la familia.
Milagros presenció los acuerdos matrimoniales de muchachas con caballeros maduros, como el caso de Felicitas Guerrero: su breve relación, la muerte de sus hijos, y su trágico final.
Felicitas, considerada la mujer más bella de la Argentina.
En esa jaula, Milagros intento resistir…
Luchó por lo que consideraba correcto: sus ideales, la rebeldía, el deseo de ayudar a Julián, un vagabundo, y de clamar por la justicia para ella y para los demás. Así arriesgó hasta lo que no tenía por la libertad, mientras otros, extraños o no, la humillaban y se encargaban de colocar las cosas en su lugar.
La vida la sorprendió y tuvo que esconderse en los claustros del templo de San Andrés. Con ese presente, enfrentó a la sociedad de la época. Ser libre era su prioridad.
¿Quién tuvo el coraje para enfrentar a don Aurelio Correa Viale, el poderoso militar?
¿Era el mismo que sorprendió a Milagros aquella tarde en “Las Acacias”?
A veces, el enemigo es quien te muestra la mejor sonrisa.
Donde habita el perdón
La tímida valentía de crecer
--Alessa de Halle
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