Página Literaria de Gerardo Molina (profesor, poeta y escritor de Uruguay)
Gracias querido amigo. Un honor para mí, un detalle maravilloso de alguien sumamente generoso con los autores.
EL HOMENAJE DE NUESTRA PÁGINA LITERARIA EN HOY CANELONES A LA GRAN ESCRITORA -NOVELISTA Y POETA- LUJÁN FRAIX, COMO TESTIMONIO DE ADMIRACIÓN, AMISTAD Y AFECTO.
Luján Fraix es una notable y exitosa novelista y también delicada y profunda poeta nacida en la ciudad de Carcarañá (Santa Fe-Argentina). Estudió profesorado de Letras (castellano, literatura y latín) y asistió durante 15 años al taller Literario "Encuentros" en la ciudad de Rosario. Ella nos cuenta: “El Libro de los Recuerdos’ es mi autobiografía. Soy Preceptora Literaria del Conservatorio Lírico. Con varios premios en mi trayectoria y publicaciones en medios nacionales e internacionales, edité mi primer libro ‘Amor Verdadero’ (poemas) en el año 2000, ‘Molinos de viento’ (cuentos) en 2002, ‘Setiembre’ (poemas) en 2007 y ‘El silencioso grito de Manuela’ (novela) en 2017. He participado en las Ferias del Libro de Buenos Aires, La Rioja (Argentina) y Guadalajara. Soy autora del blog Luján Fraix lo mismo que en la página de Facebook, Pinterest, Twitter y Linkedin y también administro cinco sitios más en internet relacionados con la literatura: Biblioteca personal, Niña Bella, Montmartre-La bohemia-, Luján Fraix-biografía y Árbol de Diana. La novela histórica tiene demasiados seguidores apasionados, lo sé porque llevo tiempo en Amazon con ‘La nodriza esclava’ que es una de las preferidas. Mi prioridad es escribir personajes veraces con trasfondo psicológico, de contenido profundo que ayuden a pensar, a aprender y a enriquecer la cultura”. En Amazon, además de los mencionados, publicó las siguientes novelas: “La abuela francesa”; “Querida Rosaura”- ¿Cuánto dura el amor? -La eternidad”; “La novia”- ¿Ella regresó por amor?; “Buenas y santas… Los hijos olvidados”; “Puerto Soledad”. Cuentos: “Vera Violetta” y “Los duendes de la casa dulce”.
El país de la memoria
Toda su obra está llena de nostalgias, de paisajes, de aromas, de recuerdos. Nos dice, así en “Fotografías”: “Quiero convencerme de que el tiempo pasó. Recorro una a una las fotos en las que fui feliz. ¡Cuántas paredes, cuántos muebles, cuántas plantas! Es mi vida multiplicada en cada uno de esos días. Dormí bajo estos techos, hice travesuras, reí, soñé, prometí… Ésa fui yo, más sola hoy que entonces, ésa era mi abuela y esos mis padres. El pomelo lo planté y llegué a comer sus frutos y a las mascotas las abrigué con mi calor de niña. Los atardeceres melancólicos formaron parte de mi adolescencia en aquella habitación donde escribía relatos y leía versos. No es la añoranza obligada por un vuelo de gaviota. Soy real, de corazón, de misterio…; soy la que jugaba a los indios en el jardín con mis amigas y regaba jazmines. ¡Cómo pude crecer tanto! Recuerdo… La casa era el mundo y la vida. Nunca triste, ni rota, ni vacía… Era auténtica con polvo, aire, fuego, enredaderas y ropa colgada en la cuerda secándose al sol. El verano abrasaba mientras me dormía entre las páginas noveladas. Ésa era yo persiguiendo gallinas para juntar los huevos. Era mi hogar con alma; latía con el cariño en los ojos de mis padres y el cantar de los jilgueros. Así era el país de la memoria y así serán por siempre en mi corazón que resiste y que no olvida porque ama.”
Una ideal vocación
Luján nos sigue contando: “… Es difícil comprender cómo nació la vocación de la escritura en mí. A los tres años prefería cuentos antes que juguetes; debo decir que también me gustaban las muñecas: chiquitas, enormes, rubias, con discos dentro del cuerpo que les hacían hablar y caminar, morenas, de tela… pero los libros fueron los que me acompañaron toda mi vida. Cuando mi madre me traía alguno sentía la felicidad, así la defino: un sentimiento de plenitud. Me inundaba el ser una especie de éxtasis difícil de entender para quien nunca lo ha sentido. La tía Catalina me los leía sobre su regazo y luego yo, como los sabía de memoria, me sentaba en el sillón del living e inventaba la historia como si tuviera espectadores. Cuando aprendí las letras, escribía en las páginas. A los ocho años ya creaba mis propios cuentos de hadas con tapas de cartulina y moños. Llamaba a mis amigas para que escuchasen las grandes obras. Yo, como siempre, sentada en el sillón y ellas en el piso. Una necesidad que me llenaba el espíritu y que deseaba compartir. Amé cada palabra y cada novela, cuento o poema. Fueron y son mi sostén, mi energía y la esperanza. Para mí no es trabajo investigar, leer, armar ficciones... Es felicidad.
Una bisnieta de Rubén Darío
“Cuando terminé de estudiar Letras, empecé a enviar cuentos a los concursos literarios, pero sentía que me faltaba técnica... Entonces busqué en el diario la dirección de un Taller de Escritura y Lectura. Me llamó la atención uno que decía: ‘Iniciaremos el ciclo de este año con una charla de la escritora Martha Darío (bisnieta del célebre escritor nicaragüense)’. Yo dije: No me puedo perder la oportunidad de conocer a la bisnieta de alguien que admiro tanto. Me anoté y fui. A la charla no pude asistir porque era muy tarde y yo tenía que ir en colectivo 40 km desde mi ciudad, pero asistí a la clase el primer día. Recuerdo que me senté entre otras compañeras, tímida y callada, y pensaba: será ella, será aquélla... Me fui ese día sin saber quién era la bisnieta de Rubén Darío. Ella no había ido. La clase siguiente, allí estaba... Yo la había imaginado una mujer mayor y tenía apenas unos años más que yo, treinta y... ¿Qué puedo decir de Martha? Un ser generoso como jamás conocí, cero egos, simpática, alegre, positiva... Siempre me dio fuerzas para continuar, siempre estuvo presente. Su abuelo y su padre (se llamaban Rubén Darío) fueron escritores y ella también. Atesoro su libro ‘Paisajes interiores’ que presentó en el Centro Bernardino Rivadavia por aquella época.”
Los recursos de la escritura
“Cada uno sabe a qué recursos apelar en el momento de escribir. Pienso que las lecturas de cuando éramos niños influyen mucho y uno, sin querer, recurre a ellas en el momento de plasmar en el papel una historia.
Están los que escriben para un tipo de lectores y eso para mí es mucho más difícil. Todos somos diferentes y me parece maravilloso.
A mí me gusta escribir sobre la psicología de los personajes, sobre el mundo interno y sus consecuencias y armo las historias de acuerdo a eso intentando mostrar lo bueno y lo malo.
No son todas mis novelas con final feliz porque la vida no es siempre así, tampoco son relatos que se leen ‘fácil’, como dicen muchos, es por eso que tengo pocos lectores pero no puedo abandonar mi esencia porque dejaría de ser yo.
Escribo desde niña y me inquietan los temas sociales. Yo creo que mis obras entran dentro del género costumbrista y mi inspiración pasa por la observación...Por lo general los personajes son reales.
El verdadero escritor, a mi criterio, no compite. Todos tenemos un lugar dentro del mundo de las letras más o menos exitoso, ...pero lo importante es ser fiel a uno mismo y tratar de buscar un camino respetando el de los otros.”
Compartimos un texto que nos enviara especialmente para nuestra página.
Inmigrantes
Después de la partida de una de las últimas guerreras de la familia quedaron sepultados los recuerdos de antaño y el son de los dialectos: franceses, suizos, italianos…; la abnegación y los inmigrantes fueron un punto en la distancia.
De ellos quedaron sus pisadas de labriegos, la llanura perfecta, las granjas en un paraíso capturado por una infancia verde y olor a jazmines, los corderos en los templos, las guindas y el aromo; más arriba el nido de hornero entre las codornices dispersas en los páramos de la niebla.
El tren de carga pasaba a la hora de la siesta y marcaba su paso como caballo andante y las vacas escuchaban ese sonido igual que si fueran trinos.
Eduardo aparecía con el sombrero de paja, el rostro asombrado de François y el orgullo de Melanie y más atrás Juan José (mi tatarabuelo) sólo decía frases en un castellano incomprensible, envuelto en los efluvios del "Violeta de Parma" que usaba Francisca. Y contaban golondrinas como dos novios… Luján Fraix