Era verdad.
No había sonidos de pasos,
sólo crujidos misteriosos que parecían palabras;
las alas del silencio
cubriendo otras preguntas.
Un papel, una lámpara,
la fotografía de Rocío
en un mar de tulipanes
abrazando los recuerdos.
Manuela había olvidado su nombre,
era la ausencia que la despoblaba...
Le faltaba el mudo abrazo,
le sobraba el miedo.
Los himnos nacían
detrás de las ventanas,
como ebrios abejorros sin doctrinas
entre los rosarios de perlas,
y la gata Máxima
se acurrucaba con los grillos
para dormirse.
L.Fraix
De--------El silencioso
GRITO de Manuela
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