PERSONAJES DE NOVELA: FELICITAS
Felicitas, hija menor de doña Emma, era una adolescente rebelde en épocas donde había que cuidar las apariencias.
No le gustaba el campo, pero tampoco conocía la gran ciudad. Su entorno la aburría: escuchar los sermones de su madre, ayudar a Remedios con las tareas domésticas, ir a misa... Solía escapar con su caballo y no volvía hasta la noche porque se quedaba junto al río donde su abuelo tenía la costumbre de rezar.
Su madre, autoritaria como pocas, quería que se case con un hacendado del lugar. Era costumbre acomodar los matrimonios de acuerdo al roce social y al dinero, pero Felicitas prefería huir detrás del capataz de la estancia cuando lo escuchaba tocar la guitarra en las noches de verano.
Ella no podía acercarse a él, estaba prohibido... Doña Emma guardaba secretos y la obligaba a ser cómplice de sus errores.
El día del casamiento llegaba pero... por mandato de su madre partieron para Francia.
Buenas y Santas...
Los hijos olvidados
Hace muchos años, en algunos lugares de Argentina, al llegar a una casa se saludaba a viva voz con el “¡Ave María Purísima!”, y del otro lado se respondían: “¡Sin Pecado concebida!” (se vea o no a los habitantes que vivían en ella). Esta vieja costumbre aún sigue vigente en algunas familias del campo. La tradición oral ha hecho algunas modificaciones a la historia del saludo.
Claro está que si hay una referencia a la Virgen o a la religión nos podemos remontar a José Hernández y su obra tan valiosa como lo es el Martín Fierro. En esta ficción, relata su infancia con los gauchos, quienes saludaban con el “Ave María Purísima”, demostrando que los enviados por España hicieron un arduo trabajo con los misioneros.
También se acostumbraba a saludar con un “BUENAS Y SANTAS”.