Se aprende a crecer desde el silencio,
cosa que se puede volcar a todos los ámbitos
de la vida,
porque el silencio genuino apaga el yo,
el que genera todos los deseos
y dispara todos nuestros conflictos.
Muchos sabios maestros suelen aconsejar
que es óptimo y recomendable quedarse en silencio,
realizar ayunos de palabras,
para reeducar nuestro ego
que siempre tiene necesidad de contar sus cosas
y de hablar todo el tiempo.
Aprender a utilizar menos palabras
que traten de controlar,
manipular y forzar las acciones de los demás,
porque todo eso genera una vibración negativa
y energía tensa que
puede perjudicarnos.
En toda circunstancia que uno quiera silencio a su alrededor,
debe aprender a buscarlo y escucharlo.
Una vez encontrado,
prestarle la mejor atención y esperar
que ofrezca quietud interior,
porque desde esa quietud surgirá
el despertar de la mejor reflexión
o meditación que podamos hacer del presente.
Daniel Capello
Cumbres Borrascosas, Agua de limón, PUERTO soledad, De amor y de sombra, El coronel no tiene quien le escriba, Sira, La sombra del viento, El Hacedor, Rayuela, Lo mucho que te amé...