Coloquio de dos madres
En medio de un gran sosiego, por la desierta avenida, los carruajes de los hortelanos subían hacia París. Sus ecos retumbaban en las casas adormecidas entre los olmos.
Venía directamente desde la casa de la matrona. Se la notaba triste y apesadumbrada por un presentimiento que no la dejaba vivir. Llevaba a su hija Celine que acababa de nacer y todo le resultaba extraño y enigmático como si un halo estremecedor la estuviera cubriendo de un sopor fantasmagórico.
Veía sufrir en la senda de enfrente a su esposo Antoine Florent que la esperaba: un hombre delgado pero de huesos fuertes. Llevaba un sombrero de fieltro negro parduzco deformado y un saco que las lluvias habían desteñido. Un poco encorvado y agitado por un temblor nervioso, se quedó como ensimismado mirando de lejos la quieta figura de Rosalie a quien un manto blanco la abrazaba. Antonie se limpió los anteojos pensando que los había cubierto una capa de polvo pero no era así: Madame Rosalie parecía una virgen inmaculada.
--¿Por qué no me esperasteis?
--Es que me sentía bien y decidí salir sola. No importa.
📚📚
LICIA Hermana mía---------------------------Pintura de Emile Munier