Rosaura Waner fue una persona que no supo entender la vida. Se entregó a los demás en un ir y venir de situaciones divididas. Amó a su madre Magdalena quien cercenó, desde niña, sus deseos más queridos; la obligó a ser una mujer y a llevar sobre sí las cargas de un adulto. No disfrutó de los momentos por hallarse inmersa en un pasado que le dejó secuelas hondas: la muerte temprana de Magdalena y la de su hermano Juan José de treinta y cinco años.
Rosaura vivió para el dolor, para llorar de la mañana a la noche a sus muertos, para velar por su hermano menor, Rubén, hasta el último día. A María, su hija, la cuidó como un tesoro que le costó mucho concebir. Sintió terror por su salud porque conocía de memoria el sabor de las ausencias; ahogó su juventud con reclamos absurdos y extendió la doctrina de su madre hasta el final de su historia.
¿Puede una mujer vivir para los demás solamente para ser querida, quedarse detenida en el pasado llorando a sus muertos e ignorar, de alguna manera, a su esposo e hija?
Querida Rosaura-¿Cuánto dura el amor? La Eternidad.
❤
Ella entregaba todo en cada mirada y en el consejo, en la palabra y en los valores que, como mensaje, dejó de este lado del camino. Rosaura sabía que el amor estaba del otro lado del miedo, pero se sentía segura junto a su madre porque era su motivo de vivir.
¿Hasta dónde llegaba ese sacrificio?
Más allá de la muerte, más allá de los deseos más íntimos... Tenía que sobrevivir siendo la hija perfecta, la que soñaba Magdalena, la que ella necesitaba.
¿Y el egoísmo?
No existía esa palabra en la Biblia de Magdalena.
💕
Rosaura quería...
continuar al abrigo de los días con el abrazo tibio y la misión elegida. Sembró llovizna en el sendero donde sus pasos quedaron marcados para los que vinieran después a ocupar sus puestos.
Así es la vida, lo importante es el legado.