Y es ahora cuando el corazón nos habla y nos dice que debemos seguir luchando contra la corriente. ¡Qué difícil! Se hace cuando las metas se esfuman en el aire dejando solamente sueños inconclusos. Por estas épocas en 2003 mi madre iba a partir hacia otro cielo y yo buscaba aire para respirar porque me sentía oprimida y desolada. Pasó tanto tiempo y sin embargo me parece que fue ayer. Es que como una madre nadie te podrá querer.
El covid nos ha dejado a muchos de nosotros transitando ausencias de seres queridos y eso es doblemente doloroso. Siento empatía por todos los que están mal, por los familiares de los compañeros escritores que se han ido en estos doce años. Me estoy quedando sola en este medio; imagino que los años me avisan...
Yo sé que vendrán vientos mejores algún día, espero poder tener los brazos extendidos para recibir la vida y la alegría que siempre me falta.
Muchos abrazos, cuídense.