NoViembre...
El mes de todos los santos y de aquellos amores que han partido. Los que jamás vamos a olvidar porque están dentro nuestro y lo estarán por siempre.
Recuerdo que para aquellas épocas mi madre me llevaba al cementerio a visitar a mis abuelos y tatarabuelos, a un panteón familiar con un Cristo de mármol en lo alto, yo recorría los lugares y veía a aquellos ángeles escribiendo sentencias; solía mirarles los ojos, tal vez buscaba vida en aquella mirada. Todo me parecía tan celestial, como estar rodeada de almas en el paraíso.
Hoy recuerdo a mi madre que cumpliría los años el 16 y sus tortas de chocolate y dulce de leche, a su ahijado que la venía a visitar y nos reuníamos junto a la mesa a disfrutar de la tarde cálida pronta al verano.
Parece ayer y pasaron tantos años... el tiempo no detiene su vuelo y nosotros, a veces, sin quererlo, nos quedamos detenidos.