Decir hortensias es decir primavera,
el verano está por llegar,
época en que estos magníficos arbustos
se doblan al peso de sus flores.
Ellas brillan no sólo por su tamaño
sino también por su color
que va desde el rosa pálido
hasta el azul más soñado.
Existen más de ochenta especies entre las que hay caducas,
persistentes, arbustivas y trepadoras.
Casi todas presentan hojas redondeadas o elípticas,
dentadas o aserradas y opuestas.
Crecen en distintas situaciones de asoleamiento, pero su follaje
va a lucir mejor si sólo reciben
el sol de la mañana.
El suelo debe ser rico, húmedo
y bien drenado.
Pueden reproducirse por gajos y por acodos.
Se corta un gajo sano
en primavera o comienzo de verano,
se cuentan cinco nudos, o yemas,
se sacan las hojas inferiores,
dejando dos hojas superiores,
se pasa por hormona de enraizamiento,
se coloca en perlita bien húmeda y a la sombra.
Las Quercifolias
con sus hojas semejantes a las del roble,
que van cambiando de color,
al llegar el otoño adquieren tonalidad ocre o rojizas
y su flor cónica,
al comienzo son blancas y luego viran a un color rojizo
y finalmente al ocre.
Las Paniculatas tienen sus hojas elípticas.
La inflorescencia son panículas piramidales
de color blanco crema,
a veces rosado.
Las hortensias son las únicas cuyas flores
que cambian de color según la acidez o alcalinidad
del suelo,
cuando más ácido es el suelo,
más posibilidades de tener hortensias azules.
Es importante tener paciencia porque el cambio de color
no se produce de un día para el otro.
Las hortensias blancas no cambian,
sólo las rosadas.
Patricia López y Roxana Wolojviansky
Bárbara Mock |
Tras el cristal de mi adultez
deshojados en el tiempo
fluyen los recuerdos,
piedras más piedras,
golpe tras golpe,
las cicatrices ocultas del alma,
la congoja,
el fin del llanto.
En el vértice opuesto
perdura una sonrisa,
una inocente ilusión,
el asombro.
Maravilloso equilibrio,
tan azul como la música
e incomprensible como el silencio.
Roberto Benítez