Me da pena el infinito...
Con mis ojos al cielo, el mítico silencio baja un lucero demorado. Entre el sueño azul de la guitarra, la sombra matutina en el trino de unas alas.
El milagro no llega... y el vivir se vuelve verso. La fría serenidad, dentro mío, apaga el candelero para dormir en paz.
Si volviera la esperanza tendería mi mano...