Las camelias cautivan a hombres y mujeres alrededor del mundo. Son hermosas, delicadas y un arbusto infaltable en cualquier jardín. A finales del siglo XVII, los navegantes europeos la descubrieron en el sudeste asiático.
La camelia, una planta de flores tan delicadas, fue confinada por mucho tiempo a los invernaderos como algo demasiado frágil para formar parte de la vida cotidiana.
Mil años antes de Cristo, la camelia sinensis era ya venerada en todo el sudeste asiático, su hábitat de origen, pues con sus hojas se elaboraba una bebida muy apreciada: el té. Asimismo, las semillas de algunas especies como la camelia oleífera contienen un aceite de gran calidad usado en China y Japón para la elaboración de productos cosméticos.
Como ocurrió en otras plantas, su expansión se debió a los monjes budistas que la llevaron consigo en sus viajes. El nombre se lo ponen en 1639, en honor a Joseph Camellus, farmacéutico jesuita que recolectó plantas en Filipinas.
Patricia López y Roxana Wolojviansky
Esta preciosa flor me recuerda a este libro
que leí hace mucho tiempo.
"Asistía Margarita a todos los estrenos y pasaba todas sus veladas
en algún espectáculo o en algún baile.
Cada vez que se ponía en escena una pieza nueva se albergaba la seguridad
de verla a ella ahí con tres cosas que no la abandonaban jamás:
sus gemelos, una bolsa de bombones y un ramo de camelias.
Durante veinticinco días del mes eran camelias blancas,
y durante cinco días eran rojas; no se ha sabido nunca la razón de esa variedad
de colores,
que consigno sin poder explicarla, y que habían notado igual que yo los concurrentes habituales
a los teatros donde iba ella con mayor frecuencia, y los amigos de aquéllos.
En ninguna ocasión se había visto a Margarita con otras flores.
Así, pues, en el establecimiento de la señora Barsell,
su florista, habían acabado por apodarla
"La Dama de las Camelias".
Fragmento del libro de Alejandro Dumas (hijo)
publicado en 1848.