La noche está de ojos abiertos, inmóviles, vidriosos, ausentes... como los de María Antonieta. Los sueños, allá arriba, en la infinitud, quedan intactos, no se cortan por las rejas y por los límites, ni tampoco por la frivolidad. No se interrumpen por las fiestas o por los desplantes de los monarcas ni por las injurias de un pueblo.
La libertad de soñar da el poder de pensar en un futuro, si lo hay...
La sangre azul a veces es lágrimas y astillas que se confabulan a la vera del camino como el fin de la batalla que se acerca...
Shakespeare dialoga con su lira en un vuelo manso de pájaro nocturno porque sabe muchas cosas.
La vida no es un poema que descansa y estremece, es torbellino que empuja, desorienta, fatiga... A veces, nos regala bálsamos de miel porque juega con nuestras quejas enviando, en el rumor de los violines, algún milagro callejero.
El amor sana como la palabra tibia que inunda de paz el alma. Sólo eso basta porque somos simples como el agua. Para qué buscar laberintos incomprensibles si por algún atajo está la salida.
La felicidad se busca en la entraña misma que desgrana la palabra en otras mil para orientar la brújula del destino. Somos lo que hacemos, somos prisioneros de la conciencia...
💕premioliterario2020