Los niños vienen en tamaños, pesos y colores surtidos. Se los encuentra dondequiera: encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo, saltando.
Las mamás los adoran; las niñas los odian y los hermanos mayores los toleran; los adultos los desconocen y el cielo los protege.
Un niño es la Verdad con la cara sucia; la Sabiduría con pelo desgreñado; la Esperanza del futuro con una rana en el bolsillo.
Un niño tiene el apetito de un caballo; la digestión de un tragaespadas; la energía de una bomba atómica; la curiosidad de un gato; los pulmones de un dictador; la imaginación de Julio Verne; la timidez de una violeta; la audacia de un trampa de acero y el entusiasmo de un triquitraque.
Le encantan los dulces, las navajas, las sierras, la Navidad, los libros con láminas, las lecciones de música, y las muchachas.
Un niño es una criatura mágica. Usted puede cerrarle con llave la puerta del cuarto donde guarda sus herramientas, pero no puede echarlo de su mente. Él es su carcelero, su jefe, su amo...