Escrita con lenguaje delicado, poético en muchas ocasiones, esta novela huele a la pampa argentina, huele a llanura y a verbena y a tabaco; a los platos calientes recién servidos por un criado negro bajo la luz de los candelabros. Me ha transportado a una época y un lugar envuelto en normas rígidas y encorsetadas rodeadas de la belleza salvaje del paisaje. Buenas y Santas está cargada de lirismo, filosofía de vida y grandes verdades en personajes de mujeres fuertes y obstinados que callan, toman el té y cierran los ojos ante el atardecer impasible mientras su corazón es fuego. Las pasiones, las verdaderas, se llevan en silencio. Una lectura muy recomendable.
Buenas y Santas...-Los hijos olvidados.
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