De pequeña,
mi madre, antes de dormir,
me contaba cuentos.
Cuando crecí los relatos los inventaba yo,
soñaba despierta.
Si no lo hacía me asaltaba el insomnio,
aquellas historias inverosímiles
eran verdaderos cuentos de fantasía
con hadas, duendes, brujas...
piratas, enanos, casas de chocolate...
Luego me dormía feliz
y al otro día escribía
en un cuaderno
lo que recordaba de aquella historia.
El Libro de los Recuerdos, de Luján Fraix
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