En una caja de lápices de colores, los lápices hablaban entre sí.
-Yo pinto el sol-dijo el amarillo.
Y todos lo aplaudieron porque el sol es importante.
-Yo pinto la niebla-dijo el gris
Y todos lo aplaudieron porque la niebla es hermosa.
-Yo pinto el cielo-dijo el azul
Y todos lo admiraron porque el cielo es inmenso.
-Yo pinto las nubes-dijo el blanco
Y todos lo saludaron porque las nubes son encantadoras.
-Yo pinto el fuego-dijo el rojo
Y todos lo acariciaron porque el fuego calienta.
-Yo pinto las copas de los árboles-dijo el verde
Y todos lo quisieron porque los árboles son alegres.
-Yo pinto los troncos-dijo el marrón
Y todos lo respetaron porque los troncos son fuertes.
-Yo pinto el carbón-dijo el negro
Y todos los lápices se miraron con burla y dijeron:
-El carbón ensucia.
-El carbón es feo.
El lápiz negro iba a ponerse a llorar, cuando una mano de niño abrió la caja.
Miró todos los lápices, tomó el lápiz negro y escribió una sola palabra:
MAMÁ
Adela Vettier