"Mi querido Eduardo:
Estos cuentecitos de CRONOPIOS Y DE FAMAS han sido mis grandes camaradas de París. Los anoté en la calle, en los cafés, y sólo dos o tres pasan de una carilla. No los considero obra seria, sino un descanso bien merecido después de Keats. Noto que me ha sido dada cierta magia verbal, y los cronopios son la objetivación espontánea de esos juegos de la palabra consigo misma. Pero tú, buen observador, verás que por debajo van aguas más duras e intencionadas. Pienso que en la Argentina un librito así molestaría (...), y que en cambio aquí, después de Plume por ejemplo, o los juegos de Clevel o de Desnos, valdría por lo que vale (...) Yo creo que en el fondo lo que espero de ti y de los pocos lectores que tendrá el cuadernito que es que se diviertan tiernamente (...). Un abrazo grande."
La carta, de puño y letra, está fechada el 1 de octubre de 1952 y fue escrita por JULIO CORTÁZAR a uno de sus grandes y muchos amigos: el pintor y poeta EDUARDO JONQUIÈRES. El libro reúne toda esa relación que comenzó dentro de las aulas de la Escuela Normal "Mariano Acosta". La primera carta está fechada el 13 de febrero de 1950 y la última en Managua, Nicaragua, el 24 de febrero de 1983. La tituló Cortázar: CARTAS A LOS JONQUIÈRES. Tiene más de seiscientas páginas y lo editó Anagrama.
Es que los escritores y los poetas,
más allá de teclear en sus máquinas de escribir
y delinear garabatos en sus cuadernos,
también disfrutaron de la compañía-presencial o a la distancia-
de muchos de sus amigos.
Julio Cortázar,
pese a querer cultivar la faceta de lector solitario y taciturno,
estuvo siempre rodeado de una gran cantidad de amigos.
Lo registran las imágenes,
los encuentros y también las cartas.
Una fidelidad a prueba de tiempo, en la que los amigos aparecen y con ellos las referencias culturales, las búsquedas, las angustias y también los aciertos, hábilmente registrados en esos relatos: un pasaje de diarios íntimos o epístolas con destino de náufragos.
T.Smerling