Obras de Evelyn de Morgan
Por Noemí Carrizo
Cuentan de un capellán que, en plena batalla, se acercó a un herido y le preguntó si deseaba que le leyera la Biblia. El soldado le dijo que tenía sed, hambre y frío. Cuando el prelado le ofreció los restos que quedaban en su cantimplora y su mochila despojándose también de su gabán de campaña, volvió a preguntarle:
-Y ahora?
El moribundo le respondió:
-Ahora sí háblame de Dios que te inclinó
a darme tu último trago de agua,
tu último mendrugo y la ropa que te abrigaba.
Quiero conocerlo en su bondad.
No hacer nada no significa ser buena persona. La bondad es movimiento, tomar el teléfono y preguntar, responder y permanecer, velar y tomarse molestias, todas las molestias necesarias. Es ir y tocar el timbre en la puerta que probablemente no nos abrirán de inmediato. Es la frase oportuna en el minuto adecuado. Freud consideraba que la ciencia moderna aún no había producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras alentadoras.
Todo lo demás es puro cuento y cuchicheo y frases de autoayuda. Miguel de Unamuno fue más simple cuando dijo:
"Todo acto de bondad
es la más grande demostración
de poderío humano."