La muerte de Diana de Gales junto al multimillonario Dodi Al Fayet, en un accidente de automóvil en París el 31 de agosto de 1997, desató la tormenta que puso en peligro la supervivencia de la Casa Real Británica.
En 1980, Diana se casó con el príncipe Carlos de Gales en la Catedral de San Pablo de Londres. Pero la relación se fue deteriorando poco a poco, lo que aprovechó la prensa amarilla para destacar el lado más rebelde de Diana. Al separarse del príncipe Carlos en 1996, perdió el tratamiento de Alteza Real.
Desde entonces Lady Di sufrió el rechazo de la familia real, que la veía como una mujer peligrosa e inestable, razón por la que la reina Isabel se negó a darle un funeral de Estado cuando falleció en el terrible accidente de París.
La presión de gran parte de la opinión pública británica, que criticó el desprecio de los Windsor hacia la fallecida "princesa del pueblo" obligó a Buckingham a cambiar la postura.
El 6 de septiembre de 1997 todo el mundo se paralizó para contemplar el traslado del féretro hasta la Abadía de Westminster. La humillación que sufrieron los Windsor al verse obligados a presidir el funeral en un templo repleto de políticos y famosos fue la amarga venganza de Lady Di que se convirtió en un mito contemporáneo.
Tumba de Diana de Gales
en una isla en Althorp