La emoción de ver el famoso cartelito naranja no tiene precio. Sé que es fugaz y que dentro de poco desaparecerá pero no deja de ser un estímulo.
Gracias a quienes lo descargaron o lo leyeron.
Una historia diferente. Mi país: Argentina, 1910. Las costumbres rurales de una familia presa de los prejuicios, de la mirada de un pueblo y de las formalidades.
¿Podrán vivir siempre en la mentira por mantener la honra?
Buenas y Santas...
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