Las geishas no tienen una historia milenaria: surgieron en los siglos XVIII-XIX pero en poco tiempo se convirtieron en personajes míticos. Nacieron como una derivación de las cortesanas con la importante diferencia de que no ofrecían servicios sexuales, sino sólo diversión y entretenimiento.
Aún en el siglo XX como relata la novela "Memorias de una geisha" de Arthur Golden, las niñas sin recursos de zonas rurales eran vendidas por sus padres e intermediarios que las entregaban a las propietarias de las casas de té, en las que les daban una exigente formación para cumplir los requisitos que se esperaban de una geisha. Su aspecto ( peinado, maquillaje, kimono, calzado) y habilidades artísticas estaban profundamente institucionalizados, por lo que su éxito posterior dependía de la preparación recibida.
Su dedicación principal era la de entretener a los acaudalados hombres que podían pagar por su compañía.
***
La profesión de geisha hoy sigue siendo compleja y polémica,
por la delgada diferencia entre esta condición y la de cortesana; es habitual entre ellas
tener un cliente fijo que ejerce de protector.
En algunos casos las geishas se casan con estos protectores
o con otros clientes,
pero tal elección las obliga a dejar la profesión