La profunda atracción que sentía Antonio Machado por la poetisa Pilar de Valderrama a la que el poeta llamaba Guiomar, nunca llegó a consumarse en una unión íntima. Lo que pudo ser un laberinto de pasiones se convirtió en una relación platónica, sin contacto físico ni material. Del amor que sentía Machado por la bella Guiomar nacieron doscientas cuarenta cartas, algunas de las cuales se perdieron durante la guerra civil. Pero muchas han llegado a nuestros días.
"Adiós, mi diosa, mi vida, mi gloria! ¡Aquí se queda tu poeta
con la ilusión... con la conciencia de que es una ilusión
el tenerte todavía a su lado.
¡Ay, ahora cuánto sufro! ¡Qué soledad tan grande!
¡Pero también qué momentos de suprema alegría
acabo de vivir! (...)
Ahora estoy solo, quiero llorar un poco,
de amor,
de gratitud, sino me rompería el corazón", escribió Antonio Machado.
Pilar de Valderrama, nacida en Madrid en 1892 y fallecida en la misma ciudad en 1979, fue una poetisa refinada que quedó ensombrecida por su relación epistolar con el autor de "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Aquel verso que inmortalizó años después Joan Manuel Serrat en su disco "Cantares".
Pilar de Valderrama era una mujer ultracatólica, poco dada a la aventura, aterrada por el sexo y casada con un marido infiel. Sumida en la soledad, buscó la ternura que rezumaba la poesía de Machado.