La vocación artística es la más arcana y mística,
a la que se consagra la vida íntegra sin esperar nada.
Es una potestad que se trae dentro
desde que se nace;
la gracia que ayuda a descubrir
un sentido a las horas.
Por ella se comienza desde abajo,
se lucha con perseverancia,
estudio y paciencia,
para llegar a ocupar un lugar.
Quien ha sido elegido con ese privilegio
sabe lo que es la felicidad,
quien no lo posee quizá no comprende...
El poder de trabajar la palabra
es una tisana de sanación, otra manera de ver la vida,
el génesis y el camino.
En los días tristes nos ayudan a continuar
quienes han sabido transitar entre las penumbras.
Frente a la descarnada realidad que confunde
aparece el artista,
ejecutante de su mundo interno,
que sobrevive y es testigo,
desde su lugar,
de la gravedad del dolor,
de la finitud de la existencia,
del peligro...
En nuestro caos buscamos una farola hacia el edén ignorado
pero ese hado,
matemático y exacto,
siempre nos conduce a lo que tenemos que ser.
Entre la debilidad y la fuerza,
a medio camino como quien no sabe si va a vivir mañana,
puedo escribir las historias más turbulentas y difusas
como jugando a descubrir palabras,
con la pasión y la curiosidad de la niña solitaria
que fui siempre.
En este, tal vez, incierto legado
que muchos pueden ignorar,
trato de exponer mi identidad
a través del aprendizaje.
Luján Fraix
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Este texto fue el primero que escribí
en el año 2009
cuando comencé con el blog,
quiero recordarlo porque ya se cumplen diez años.
Gracias por acompañarme!!!