"Sólo los niños saben lo que buscan"
Caminando entre los girasoles, Eva alcanza a ver a un niño de mechones rubios y de frente pálida que la mira detenidamente tratando de ver más allá de sus pensamientos.
-¿De dónde vienes?-le pregunta extrañada ante esa aparición que intenta por todos los medios comunicarse con ella. Eva tiene sus razones para desconfiar.
Él, algo indiferente y casi sin deseos de responder, alcanza a decir:
-Derecho, siempre delante de uno, no se puede ir muy lejos… Busco un amigo… Vengo del desierto de Sahara y de algunos planetas. Necesito hablar con los más necesitados y rescatar los valores espirituales.
-Yo soy una aldeana que vivo en una casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo. ¿Qué puedo ofrecerte?.
-Tú eres pura-murmura bajito.-Tienes la luz de la alborada y seguramente sabes reconocer la justicia, la humildad, la disciplina, la lealtad…
-Yo soy una chica que simplemente ama la naturaleza porque conoce el poder de la memoria y la bendición de ser útil a la sencillez de las cosas vitales. No pregunto tanto, no cuestiono a las personas porque respeto la esencia de cada uno y sus limitaciones.
El niño se sienta sobre una piedra y levanta los ojos hacia el cielo.
-Tú te llamas Eva y te gusta el paraíso, pero debes saber también de la transitoriedad de la vida. Eres inteligente pero no tienes que dar tantas explicaciones; deja que pregunten demasiado, sólo una respuesta alcanza…
-La felicidad no tiene precio, he aquí mi secreto. Es simple: no se ve bien sino con el corazón. “Lo esencial es invisible a los ojos”.-dice Eva convencida y algo molesta por los consejos del desconocido que parece ser un pequeño maestro de colegio.
-¡Hablas con mis palabras!. ¡Te ha llegado mi mensaje!-grita el niño con ternura.-La afinidad espiritual ya nos une porque has descubierto el encanto de la existencia humana y el valor de los afectos.
-¡Lo importante es invisible, comprendes!-vuelve a decir Eva mientras el personaje desaparece con la sonrisa grandiosa detrás de los girasoles y repite a lo lejos:
-Tú estás sola en este planeta rural que es el tuyo; conoces el sabor de lo auténtico, la dignidad y su proyección. Bautizas tus principios y buscas en ellos el fin de las verdades, pero eres una niña como tantas que estudia y juega, que respeta las diferencias pero que, con sus derechos, impone sus códigos. (Fragmento)